Son estructuras anatómicas de origen embrionario endodérmico, pertenecientes al aparato respiratorio, se ubican en la caja torácica, delimitando a ambos lados el mediastino. Sus dimensiones varían, el pulmón derecho es más grande que su homólogo izquierdo (debido al espacio ocupado por el corazón). Poseen tres caras; mediastínica, costal y diafragmática, lo irrigan las arterias bronquiales, y las arterias pulmonares le llevan sangre para su oxigenación.
Los pulmones son los órganos en los cuales la sangre recibe oxígeno desde el aire y a su vez la sangre se desprende del dióxido de carbono el cual pasa al aire. Este intercambio, se produce mediante la difusión del oxígeno y el dióxido de carbono entre la sangre y los alvéolos que forman los pulmones. La función de los pulmones es realizar el intercambio gaseoso con la sangre, por ello los alvéolos están en estrecho contacto con capilares. En los alvéolos se produce el paso de oxígeno desde el aire a la sangre y el paso de dióxido de carbono desde la sangre al aire. Este paso se produce por la diferencia de presiones parciales de oxígeno y dióxido de carbono (difusión simple) entre la sangre y los alvéolos.
Durante los primeros 30 – 50 segundos nada más iniciar el ejercicio la ventilación pulmonar se ve incrementada bruscamente debido a que hemos movilizado un gran número de grupos musculares. Si no aumentamos la intensidad la ventilación se estabiliza a los 3-4 minutos y se verá incrementada o disminuida en función de la demanda de oxígeno que necesite vuestra musculatura. Como es lógico a mayor intensidad mayor ventilación pulmonar, por este motivo no podéis olvidar el entrenamiento de los músculos respiratorios, en ocasiones hay que bajar el ritmo del entrenamiento porque los músculos respiratorios se agotan y no se puede oxigenar de una manera eficiente el organismo
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