Es de todos sabidos, que el deporte de resistencia ha sido y es un boom actualmente, pero no es oro todo lo que brilla. Este estallido en nuestro país, sin que hayamos tenido una cultura deportiva previa, una base,… ha dado lugar a la aparición de muchas. Os voy a dejar un artículo que leí en su día en El Mundo, donde se explica una de las lesiones que se pueden sufrir. Os recomiendo que cuando decidáis entrenar os pongáis en manos de entrenadores profesionales, así que cercioraros que estos sean licenciados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte debido a que nuestra profesión sufre un gran intrusismo. Además, debes de hacerte todos los año un chequeo médico por un médico especializado.
Atletas de maratón, triatlón o ciclismo alpino deberían vigilar de cerca sus corazones. Han salido a la luz las últimas evidencias científicas que constatan que el deporte intenso y a largo plazo sí puede causar daños en el ventrículo derecho (una de las cuatro cavidades del corazón que recibe la sangre no oxigenada de la aurícula derecha y la impulsa fuera del órgano a través de la arteria pulmonar) en algunos de ellos.
André LaGerche, de la Universidad de Melbourne (Australia), y autor principal de la investigación, confirmó a ELMUNDO.es: «Sabemos que nuestro trabajo no puede extrapolarse a todo el mundo, como para afirmar que el ejercicio intenso no es saludable. Los datos no respaldan esta premisa. Sin embargo, los hallazgos sugieren que algunos atletas pueden haber nacido con una susceptibilidad a sufrir daños cardiacos como resultado de la práctica de deporte de resistencia sostenida en el tiempo».
La investigación, publicada en el último ‘European Heart Journal’, arroja algo más de luz a un debate candente en las últimas dos décadas: los riesgos cardiacos de los deportistas de élite. De hecho, recientemente, un grupo de investigadores liderado por científicos del Hospital Clinic de Barcelona, en colaboración con el Instituto del Corazón de Montreal (Quebec, Canadá), publicaba un ensayo en ‘Circulation’ -esta vez en ratones- que constataba que el ejercicio de resistencia continuado durante años puede provocar alteraciones en la estructura cardiaca creando un sustrato para padecer arritmias.
Josep Brugada, director médico del Hospital Clinic y uno de los autores de dicha investigación, reconoce: «Ni la comunidad médica ni la población han admitido durante años que la práctica deportiva de elite podía llevar a problemas de salud. Era un tema tabú, debido en parte a que parecía que no se podía decir nada en contra del ejercicio físico, algo que por otro lado todos sabemos lo recomendable que es. Sin embargo, las evidencias se han ido acumulando y sabemos que la obsesión por el deporte puede resultar perjudicial. De hecho, como sucede con todo, hay que mantener un equilibrio. No se puede llevar al cuerpo al límite».
Grandes deportistas
En la nueva investigación, los autores reclutaron a 40 deportistas de elite australianos que estaban planeando participar en uno de los cuatro eventos locales de deporte de resistencia (maratón, ciclismo alpino, triatlón y ultratriatlón).
Todos ellos cumplían determinados criterios: se entrenaban más de 10 horas semanales, habían obtenido buenos resultados en competiciones previas, no tenían ni síntomas ni factores de riesgo cardiacos, ni tampoco mostraron alteraciones durante las ecocardiografías que se les practicaron.
Para poder llevar a cabo la investigación, los científicos analizaron a los deportistas en tres momentos concretos: durante las dos y tres semanas previas a la carrera, inmediatamente después de ella, y entre los seis y 11 días después de la participación, cuando los atletas ya estaban practicando un entrenamiento mínimo.
Para ello se sometieron a resonancia magnética (RM), a análisis de sangre (antes y después de la competición) y a una ecocardiografía en los tres momentos anteriormente señalados.
Los datos demuestran que, inmediatamente después del evento deportivo, el corazón de los atletas había cambiado de forma: tenía un mayor volumen y la función del ventrículo derecho estaba disminuida
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