Debido a la disminución de la actividad física en la mayoría de los trabajos actuales, el numero de personas obesas ha sufrido un gran aumento en los últimos años, pasando de un 18% en 1994 a un 28% en la actualidad. Casi seguro que si haces algún deporte no tengas ete problema y si lo tienes porque sigues este blog aunque seas una persona pasiva a nivel deportivo no olvides que con el entrenamiento de ciclismo, de triatlón…. o cualquier otro deporte podrás mejorar tu calidad de vida
La obesidad es considerada como un factor de riesgo muy severo ya que favorece la aparición de enfermedades como la hipertensión, diabetes mellitus tipo II, arteriosclerosis, artrosis, osteoartritis, herniaciones, enfermedades renales, enfermedades de la vesícula biliar, enfermedades pulmonares, la gota, varios tipos de cáncer, enfermedades menstruales y una enorme carga psicológica.
La Organización Mundial de la Salud –OMS- en 1998 tomó como indicador epidemiológico el índice de masa corporal –IMC-. Este índice se calcula dividiendo el peso corporal entre la altura al cuadrado (Kg/m2). Si tenemos a un deportista que pesa 73 kg y mide 1,78m, su IMC = 73kg / 1,782= 23,04.
Ya que el motivo principal de la obesidad es el estilo de vida y la alimentación, es bastante “fácil hacerle frente”. Para ello, se deben de realizar principalmente ejercicios aeróbicos, como el triatlón, ciclismo, pruebas de fondo en atletismo, ….. Las sesiones de entrenamiento tienen que tener una duración mínima de 30-45 min y una frecuencia de 3-5 días a la semana a una intensidad comprendida entre el 60-70% del VO2 max (volumen máximo de oxigeno que se alcanza en la prueba de esfuerzo). Aunque parezca una contradicción, no por realizar mas esfuerzo, se va a gastar más. Esto se debe a que las vías energéticas a utilizar son diferentes según a la intensidad a la que se trabaje. Las vías que se encargan de la combustión de las grasas se activan cuando se trabaja sobre el rango anteriormente indicado, aunque a otras intensidades el organismo también requiere la utilización de las mismas, pero en menor cuantía.
Respecto a la alimentación, lo primero que tenemos que saber es nuestro metabolismo basal, es decir, las calorías que necesita nuestro organismo para poder realizar las funciones mínimas de supervivencia. Para calcularlo multiplicamos el peso corporal –en kg- por 24,2 en el caso de los hombre y por 22 en las mujeres –kg x 24,2-. A este dato hay que sumarle las calorías gastadas en la realización de las tareas cotidianas y el ejercicio físico –algunos pulsómetros controlan este dato-. Para que se produzca una reducción del peso habrá que ingerir menos calorías de las que se gastan y ese déficit no debe de ser superior a 1.000 calorías al día, con el objetivo de que no se pierdan mas de 900 gramos a la semana. La dieta tiene que ser equilibrada, intentando eliminar los alimentos que no son productivos, como pueden ser esos bollos que a todos nos gustan.
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