Son muchos los que opinan que el ciclismo profesional es el deporte más duro (al menos dentro de los llamados de resistencia). En cambio, si le preguntamos a un maratoniano, un triatelta o un nadador, por citar algunos ejemplos, posiblemente responderá que su deporte es el más duro.
¿Es de verdad el ciclismo el deporte más duro? ¿Se puede responder objetivamente a esta pregunta? Aunque el concepto de dureza sea en gran medida subjetivo y personal, sí que se puede llegar a cuantificar usando ciertos parámetros objetivos.El ciclismo es, posiblemente, uno de los deportes más duros (sino el más duro) en términos de volumen total de trabajo físico realizado. Entre 30.000 y 35.000 kilómetros por temporada. Expresado en calorías consumidas: entre 6.000 y 8.000 durante cada día de una gran vuelta (casi tres veces más que las que gasta diariamente un varón sano y joven con un estilo de vida sedentario). Y no olvidemos que muchos ciclistas no andan lejos de los 100 días de competición al año (¡unas 400 horas con el dorsal puesto!). Pero el ciclismo no sólo son horas (y muchas) de sillín. No es sólo un deporte de desgaste. También es un deporte de sufrimiento agónico. Por ejemplo, en el Tour los ciclistas pedalean a una intensidad media-alta (equiparable a la intensidad a la que se puede correr un maratón) durante un total de unas 30 horas. Durante ocho de estas horas han de tolerar el sufrimiento que supone trabajar por encima del umbral anaeróbico. Además, estas ocho horas se concentran en pocos días, en la segunda mitad de la prueba, cuando las fuerzas empiezan a flaquear. Existen datos científicos que permiten afirmar que el ciclismo es un deporte de resistencia a la vez que de alta intensidad. Entran en juego tanto el metabolismo aeróbico como el anaeróbico (éste en los momentos decisivos de la competición).
Más argumentos para el debate. El ciclismo es el deporte más duro en términos de posibilidad (o mejor, imposibilidad) de recuperación de un día para otro. ¿En qué otro deporte hay tantos días seguidos de competición? A este respecto, es completamente cierto que el ciclista no sufre tanto daño muscular en una etapa como el que se sufre por ejemplo en un maratón. De hecho, se recupera muscularmente (esto también es matizable) para la etapa del día siguiente mientras que un maratoniano de élite rara vez participa en más de 2-3 maratones al año. Claro que también se le puede dar la vuelta al argumento y decir que precisamente el ciclista tiene la desgracia de que sus músculos no sufran tantos microtraumatismos dando pedales: así que a sufrir tocan, día tras día. ¿Y sus sistemas neurohormonal o inmunológico? ¿También se recuperan de un día para otro o es un hecho simplemente asumido? Desde que el ciclismo es ciclismo (hace casi 100 años) hemos dado por hecho que los ciclistas deben competir a diario durante semanas. Así que no les queda más remedio que hacerlo. Se hayan recuperado de verdad o no.
No debemos olvidar las numerosas variables relativamente incontrolables y aleatorias que entran en juego en este deporte y que también le añaden dureza. Como los cambios de condiciones ambientales (temperatura, humedad, presión atmosférica) a los que está expuesto un ciclista día tras día, o incluso dentro de una misma jornada. Además, las circunstancias de la propia competición (viento, tácticas, abanicos, escapadas, etc.) hacen que en muchas ocasiones el ciclista no sepa con certeza cuándo (ni durante cuánto tiempo) ha de esforzarse al máximo.
Por último, tengamos siempre presente que el ciclista arriesga su vida muchos días al año. Los días de entrenamiento (¡qué poco les respetan los conductores!) y, por supuesto, los de competición (la famosa expresión bajar «a tumba abierta» no es ninguna broma…).
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