Mientras que los requerimientos de potencia para afrontar un ascenso pueden describirse fácilmente, existen muchos factores que afectan la habilidad del ciclista para aplicar la potencia de forma económica. El tener una potencia aeróbica alta no se traslada a una mayor velocidad a menos que sea convertida efectivamente en movimiento externo.
Un factor que influencia la economía del ciclismo es la cadencia de pedaleo. Varios estudios han demostrado que cadencias de 80 a 90 rpm permite la utilización más económica del metabolismo aeróbico con altas producciones de potencia durante el ciclismo en ruta sin pendiente. A pesar de esto, se ha observado que los ciclistas competitivos realizan los ascensos con una cadencia substancialmente menor.
Las razones por las que los ciclistas prefieren menores cadencias durante los ascensos no son claras. Es evidente una simple explicación mecánica, una adición del componente gravitacional a las fuerzas que se oponen al ciclista, provocan una marcada reducción en la velocidad. A menos que el ciclista posea en su bicicleta combinaciones de platos y piñones más bajas, la cadencia de pedaleo caerá. Los ciclistas de ruta a menudo no poseen combinaciones de platos y piñones suficientemente bajas en sus bicicletas a diferencia de aquellos que compiten en bicicleta de montaña. El llevar cadencias tan bajas conlleva la aparición de un aumento de la destrucción muscular y con ello una recuperación más lenta tras el esfuerzo. Se debe de tener muy claro que es lo que se quiere conseguir. Si vuestro principal objetivo es ganar en un día en concreto primaría la destrucción muscular creada por una baja cadencia (menos de 85 rpm), sin embargo, si vuestra meta es ganar una vuelta o realizar una buena carrera a pie durante el transcurso de un triatlón, debe primar una cadencia alta (90-100) rpm en detrimento de un mayor esfuerzo cardiovascular
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