El otoño es la época del año donde comienza la gente a resfriarse, a coger la gripe,… Cuando enfermamos la gente comienza a hacer mas uso de la Vit C, de otros medicamentos que nos manda,… pero no podemos olvidar que hacer un entrenamiento de ciclismo, un entrenamiento de triatlon,… puede venir también bien para ayudar a la recuperación. Eso si, tienen que ser sesiones bien asesoradas por un profesional, sino puede ser perjudicial.
Una bacteria o virus que invada el cuerpo es como un dedo que pulsa el interruptor de la luz. Enciende el sistema inmunológico, lo que incluye una compleja e intricada red de glóbulos blancos que acuden en defensa del cuerpo. Las células macrófagos engullen el virus intruso o la bacteria y envían una señal de alerta a otras células para que comiencen la fabricación de anticuerpos. Los linfocitos –las células T, células B y las células K- actúan recíprocamente para coordinar el ataque y caer en manada sobre el extraño invasor. Los mensajes químicos recorren el torrente sanguíneo; las armas químicas cuyo objetivo es el virus o la bacteria se liberan y los gérmenes son destruidos.
En un estudio realizado por la Dra. Nehlsen-Cannarella descubrieron que en contra de lo que ocurría en las personas que no hacían ejercicio, las que si lo hacían mostraban un aumento en la actividad de las células K y en la cantidad de anticuerpos en la sangre. Y también presentaban unos síntomas de resfriado y gripe menos acusados. La doctora también hace hincapié en que cuando cesa la actividad física continuada también cesan dichos beneficios.
El carácter del ejercicio a practicar tiene que ser moderado, ya que cuando se pasa dicho punto se puede estar provocando la enfermedad en lugar de prevenirla. Según la Dra. Nehlsen-Cannarella la teoría de que el ejercicio físico intenso tiene un efecto perjudicial para el sistema inmunológico está absolutamente documentada. El ejercicio prolongado e intenso debilita el sistema inmunológico tanto por razones psicológicas como por razones fisiológicas. Esto se debe a que dichos programas de ejercicio incluyen una caída en la actividad de las células K y en los niveles de anticuerpos. La presión ejercida para soportarlos y lograr el triunfo produce estrés, que en cambio produce el aumento de los niveles de cortisol, una hormona conocida por disminuir la inmunidad.
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