El pasado fin de semana el triatleta-atleta Rodrigo Borrego ganó por segundo año consecutivo la Maratón del Mediterrani. Nos deja una crónica que no os podéis perder, os aseguro que os enganchará sobre todo si os adelanto que ganó a pesar de tener que parar por problemas digestivos en un baño.
Antes de nada, el aviso o disclaimer de rigor ya que es una crónica de una prueba cargada de emociones así que, aunque he retenido un poco los caballos, siempre se me acaba yendo de las manos y me enrollo como las persianas.
De veras lo siento, pero cualquiera que haya hecho una prueba de estas características sabe a qué me refiero por lo que os pido un poco de compresión y hasta me atrevo a pediros que, por favor, le echéis una lectura porque está hecha abriendo el corazón y tratando de transmitir no tanto la prueba en sí (eso se ve rápido en las clasificaciones) sino todo lo que hay más allá por si puede entretener o gustar a alguien.
Por ese mismo motivo, también pido disculpas por la redacción y por cómo está expresada pero me gusta dejarlo escrito del tirón, sin apenas correcciones para no contaminar esas impresiones que salen cuando te pones a escribir y liberas todas las emociones que tienes retenidas.
Dicho esto, empezamos con el cuento y ojalá seáis muchos los que lleguéis al final ;-D
Hasta del día D…
No quiero entretenerme en el larguísimo camino hacia la maratón, más que nada, porque no os aportaría demasiado ya que, como digo siempre: no soy maratoniano sino triatleta así que no hago una preparación ortodoxa para maratón sino que me limito a apañar un poco lo que hago para el TRI en función de lo que tenga en mente.
En principio, este año la idea era hacer otro “capricho de final de temporada” diferente y tenía varias cosas en mente pero la posibilidad de correr una maratón con el “number one” en el pecho pesó demasiado así que decidí echar la boleta allá por junio (en unas semanas un tanto movidillas que tuve así que fue una especie de liberación / motivación).
En toda la temporada no he pasado nunca de tiradas de 15K-16K corriendo, salvo en las medias maratones en las que he participado y, salvo en invierno, no he hecho grandes volúmenes semanales, así que no me iba a poner a estas alturas a meter más carga en cuanto a kilómetros sino que he seguido en la misma línea de entrenamientos que habría hecho sin la maratón.
Tampoco he metido entrenamientos complejos de esos que necesitas tener apuntados para acordarte, ni he metido grandes panzadas de series sino que mi entrenamiento base ha tenido dos patas: las tiradas a pie entre 10K y 15K metiendo mucha “velocidad crucero” (ligeramente por debajo de mi ritmo teórico de maratón) y un aumento de los kilómetros en la salida de bici estándar, que este año ha pasado a ser de 70K, lo que viene a ser un trabajo físico, en tiempo, casi como el de la maratón.
Todo eso, sumado a que este año estoy un poco más equilibrado muscularmente porque pude nadar bien en invierno y, salvo en los dos últimos meses, había mantenido uno o dos días de agua (dos mil metros es el entrenamiento estándar), me daban mucha seguridad para afrontar la maratón con el objetivo de rebajar un poquito el tiempo del año pasado.
Además, por mi fisionomía y el motor que tengo, creo que soy carne de maratón así que siempre ronda por la cabeza eso del hasta dónde podría llegar y tal y tal así que también rondaba por la cabeza la posibilidad de salir arriesgando y verla como un test a futuro.
Todo iba perfecto, mejorando poco a poco en todos los deportes pero teniendo una carrera a pie muy sólida que ha liado más de una en algún que otro TRI o carrera popular ;-D… pero en el Campeonato de España de TRI Sprint se torció el asunto, con una caída en la que me golpeé una buena parte del cuerpo justo a dos semanas vista.
Como consecuencias principales, un golpe en costillas y otro en rodilla que me limitaban el fuelle el primero pero, sobre todo, la segunda, que me impedía correr y que me ha obligado a salir en plan “un día sí, un día no” y siempre con muchísimo recelo… y abortando un par de salidas cuando apenas llevaba un kilómetro porque veía que salía con dolor.
Aun así, nunca llegué a perder el ánimo porque sabía que aun sin entrenar nada en esas dos semanas, lo único que me importaba era llegar sin dolor así que con la ayuda del fisio (gracias CRI Las Rozas) y con un órdago tomándome tres días completos de descanso (jueves, viernes y sábado previos), me presenté en la línea de salida con molestias pero, aparentemente sin grandes dolores en las dos zonas afectadas (las costillas me seguían doliendo pero de la rodilla apenas había rastro).
Desayuno en la habitación (siempre lo hago así para no depender de horarios ni de lo que puedan tener) y veo que me entran bien las cosas y que hasta tengo ganas de añadir de propina una barrita de proteínas de KeepGoing … otra buena señal, que entre bien el desayuno.
Al abrir la ventana, se confirma que ha llovido y chispea un poco así que: bien porque así me olvido de marcas pero mal porque una maratón con agua es un infierno pero, bueno, es lo que hay así que cierro, cojo el montón de ropa que había preparado, guardo todo lo de corto (salvo lo de competición), hago el chek-out en el hotel y, paraguas en mano, marcho para la zona de salida con algo más de una hora de margen para ir con calma (menos de 1K andando).
Allí apenas me entretengo porque ya conozco las cosas y bastante calado iba como para tontear mucho así que directo a vestuarios y a empezar con calma el ritual de vestirse que, siendo para una maratón, me lo tomo casi como lo que ponen en los reportajes de los toreros (sólo faltan los ayudantes ;-D).
Tardo bastante, pero es por darme tiempo porque, en el fondo, es más o menos lo de siempre y tengo las cosas bien colocaditas en bolsas: bañador/calzoncillo, mallas cortas Coreevo, cinta del pulsómetro, GPS en la muñeca (por debajo de la pulserita de recuerdo ;-D), un poco de Century Riding Cream (crema anti rozaduras en la sobaquina), top de triatlón del C.N. Petrer – Carpintería Metálica La Villa (ya tenía puesto el dorsal con el “number one” ;-D), perneras Coreevo colocándolas con cuidadito, otro poquito de Century Riding Cream encima de los dedos (sólo ahí y con mucho cuidado para que no me toque debajo de los dedos o en la planta de los pies), calcetines X-Socks Marathon poniéndomelos con los pies bien sequitos y limpios y calzando caza vez su correspondiente Adizero Aegis 2, 4 geles de KeepGoing Frutas del Bosque y 3 de mandarina más uno más de reserva, colocando dos en el bolsillo izquierdo y tres en el derecho y lo que algunos dicen que es una de mis mayores globeradas, un paquete de pañuelos de papel que llevo siempre que toca correr y que me ha salvado en más de una ocasión, sin ir más lejos, este mismo día ;-D
Queda un pelín menos de media hora así que agarro el bidón de Full Energy, al que le quedan 3-4 sorbos y que va a quedarse por allí tirado porque ya está hecho una pena el pobre y marcho al guardarropa para quedarme con lo puesto, más una camiseta viejuna que también dejaré tirada.
Continuará…
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