El corazón tienen tres funciones:
1ª Adecuar la irrigación sanguínea para así poder transportar oxígeno y nutrientes a los diferentes músculos.
2ª Regular la homeostasis mediante la eliminación de los productos de desecho generados por el incremento de la actividad muscular.
3ª Colaborar en la regulación térmica.
A intensidades comprendidas entre un 40 – 60% de nuestra intensidad máxima, el volumen sistólico (cantidad de sangre que se expulsa en cada latido) alcanza sus valores más altos, manteniéndolos hasta llegar a intensidades cercanas al 90% a partir de la cual disminuye a consecuencia del aumento de la frecuencia cardiaca que da lugar a un peor llenado del ventrículo izquierdo.
Cuando estamos entrenando con un pulso comprendido entre el 50-80% de nuestro máximo conseguimos que nuestro corazón se haga más grande y con ello disminuya nuestras pulsaciones y aumente el volumen sistólico. Sin embargo, cuando trabajemos por encima del 80% conseguiremos que las paredes del corazón se hagan más gruesas y así poder tener más tolerancia frente esfuerzos máximos.
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